En la era digital, es común sentir que nuestro celular “nos espía”. Recibimos anuncios de productos que mencionamos en una conversación, recomendaciones de viajes tras buscar un destino o notificaciones que parecen conocer nuestros hábitos. Este fenómeno, lejos de ser magia, es el resultado de la inteligencia artificial (IA) y la ciencia de datos, tecnologías que las grandes marcas utilizan para personalizar experiencias, optimizar servicios y, en muchos casos, maximizar ganancias. En México, donde incluso los niños tienen acceso a celulares de alta gama, esta realidad plantea preguntas cruciales: ¿cómo funciona esta tecnología? ¿Es buena o mala? Y, sobre todo, ¿es seguro que un menor tenga un smartphone en un contexto donde la privacidad parece un lujo?
¿Cómo funciona la “magia” de la IA en nuestros celulares?
Cuando sentimos que el celular nos espía, en realidad estamos interactuando con sistemas de IA que procesan grandes cantidades de datos para predecir nuestro comportamiento. Estos sistemas operan en tres etapas principales:
1 Recopilación de datos: Cada vez que usamos un celular, generamos datos. Esto incluye búsquedas en Google, publicaciones en redes sociales, ubicaciones GPS, mensajes, aplicaciones abiertas e incluso el tiempo que pasamos mirando una foto. Sensores como micrófonos, cámaras y acelerómetros también capturan información, aunque las marcas aseguran que esto ocurre solo con nuestro consentimiento. Por ejemplo, asistentes como Siri o Google Assistant pueden activarse al detectar frases clave, pero también pueden registrar fragmentos de audio para mejorar sus algoritmos.
2 Análisis mediante IA y ciencia de datos: Los datos recopilados se procesan con algoritmos de aprendizaje automático (machine learning), una rama de la IA que identifica patrones. Por ejemplo, si buscas “vacaciones en Cancún”, el algoritmo detecta tu interés y lo combina con otros datos, como tu historial de navegación o compras previas, para predecir qué anuncios te resultarán relevantes. Modelos más avanzados, como los de IA generativa, pueden incluso crear contenido personalizado, como resúmenes de correos o emojis basados en tus preferencias.
3 Personalización y acción: Una vez procesados, los datos se traducen en acciones. Las marcas usan esta información para mostrarte anuncios dirigidos, recomendar productos o ajustar precios según tu perfil. Por ejemplo, plataformas como Amazon o Netflix utilizan IA para sugerir productos o series con una precisión que a veces resulta inquietante.
¿Por qué funciona tan bien?
La eficacia de estas tecnologías radica en la cantidad y calidad de los datos disponibles. En 2025, se estima que generamos 181 zettabytes de datos al año a nivel global, y los celulares son una de las principales fuentes. En México, donde la penetración de smartphones supera el 90% de la población, las marcas tienen acceso a un flujo constante de información. Además, la IA ha avanzado tanto que puede analizar datos en tiempo real, permitiendo a las empresas reaccionar instantáneamente a nuestras acciones.
Sin embargo, esta eficiencia tiene un lado oscuro: la falta de transparencia. Muchas veces, los usuarios no saben qué datos se recopilan ni cómo se utilizan. Las políticas de privacidad suelen ser extensas y confusas, y el consentimiento se da casi automáticamente al aceptar términos y condiciones. Esto es especialmente preocupante en el caso de los menores, quienes suelen interactuar con la tecnología sin comprender sus implicaciones.
¿Es bueno o malo que la IA “nos espíe”?
La IA y la ciencia de datos ofrecen beneficios innegables. En el ámbito comercial, permiten a las empresas ofrecer experiencias personalizadas, reducir costos y mejorar la eficiencia. En otros sectores, como la salud, la IA ayuda a detectar enfermedades con mayor precisión que los humanos, mientras que en la seguridad pública puede identificar patrones de crimen. En México, empresas como Grupo Solena usan IA para optimizar la agricultura, y el Tecnológico de Monterrey aplica estas tecnologías en proyectos de salud y negocios.
Sin embargo, los riesgos son igualmente significativos:
• Pérdida de privacidad: La recopilación masiva de datos puede vulnerar nuestra intimidad. Como señala Ranga Yogeshwar, experto en tecnología, la IA puede inferir emociones o estados de salud a partir de datos aparentemente inofensivos, como la dilatación de la pupila mientras leemos. Esto plantea dilemas éticos: ¿queremos que las máquinas sepan tanto de nosotros?
• Manipulación comercial: La personalización extrema puede llevar a prácticas como el “precio dinámico”, donde los precios varían según el perfil del usuario, o a la creación de “burbujas” que limitan nuestra exposición a información diversa.
• Riesgos de ciberseguridad: Los datos almacenados en la nube son un blanco para hackers. En 2024, un exingeniero de Google fue acusado de robar secretos de IA, lo que demuestra que incluso las empresas más grandes no son inmunes a las brechas de seguridad.
• Impacto social: La dependencia de la IA puede exacerbar desigualdades. Mientras algunos se benefician de la tecnología, otros, como comunidades marginadas, quedan rezagados por falta de acceso o educación digital.
Niños con celulares de alta gama: ¿un riesgo en México?
En México, el acceso de los niños a celulares de alta gama es una tendencia alarmante. Según un estudio de Kaspersky, el 36% de los menores mexicanos usan dispositivos digitales sin supervisión, y muchos tienen smartphones con capacidades avanzadas de IA, como los Galaxy S24 o iPhones con Apple Intelligence. Estos dispositivos no solo exponen a los niños a riesgos digitales, sino que también los convierten en objetivos de la maquinaria de datos de las marcas.
Riesgos específicos para los menores:
1 Pérdida de privacidad: Plataformas como Snapchat, con herramientas como MyAI, permiten a niños desde los 13 años interactuar sin verificación parental, recopilando datos personales que pueden usarse para fines comerciales o, peor aún, caer en manos de ciberdelincuentes.
2 Contenido inapropiado: Los algoritmos de IA, como los de YouTube o TikTok, pueden recomendar contenido no apto para menores si detectan patrones de uso que se desvían de lo esperado. La falta de verificación de edad agrava este problema.
3 Deepfakes y abuso: Entre 2020 y 2022, las imágenes sexuales infantiles generadas por IA crecieron un 360%, según WeProtect Global Alliance. Los menores son especialmente vulnerables a técnicas como el “grooming” digital, donde perfiles falsos creados con IA buscan ganar su confianza para obtener imágenes que luego se usan en extorsiones.
4 Adicción y manipulación: La IA está diseñada para mantenernos enganchados. En el caso de los niños, esto puede traducirse en horas frente a la pantalla, afectando su desarrollo emocional y social.
¿Es seguro que un niño tenga un celular?
No existe una respuesta absoluta, pero la evidencia sugiere que los menores no están preparados para navegar solos en un ecosistema donde la IA maximiza la atención y la recolección de datos. Los expertos recomiendan:
• Supervisión activa: Los padres deben explorar las aplicaciones junto a sus hijos, configurar controles parentales (como Kaspersky Safe Kids) y mantener los dispositivos en áreas comunes para monitorear su uso.
• Educación digital: Enseñar a los niños sobre privacidad y seguridad en línea es crucial. Esto incluye no compartir información personal con chatbots o aplicaciones.
• Limitar funciones de IA: Desactivar asistentes como Siri o Google Assistant y restringir el acceso a datos sensibles, como la ubicación o el micrófono, puede reducir los riesgos.
• Edad mínima: Organizaciones como la Academia Americana de Pediatría sugieren esperar hasta los 13 años para que un niño tenga su propio smartphone, y aun entonces, con restricciones estrictas.
Datos duros: la realidad en México
• Penetración de smartphones: En 2025, más del 90% de los mexicanos mayores de 6 años tienen acceso a un celular, y el 30% de los niños de 6 a 12 años poseen uno propio.
• Uso sin supervisión: El 36% de los niños mexicanos navegan sin control parental, según Kaspersky.
• Crecimiento de deepfakes: Las imágenes sexuales infantiles generadas por IA aumentaron un 360% entre 2020 y 2022, y México es uno de los países más afectados.
• Inversión en IA: El 80% de las empresas mexicanas invierten en IA, pero solo el 19% tienen iniciativas éticas claras para proteger a los usuarios.
Un equilibrio necesario
La inteligencia artificial y la ciencia de datos han transformado nuestra relación con la tecnología, ofreciendo comodidad y avances sin precedentes, pero también exponiéndonos a riesgos significativos. En México, donde los niños acceden cada vez más a celulares de alta gama, la pregunta no es si la IA nos espía, sino cómo gestionamos su impacto. Para los menores, la seguridad depende de una combinación de supervisión parental, educación digital y regulaciones más estrictas que obliguen a las marcas a priorizar la privacidad sobre las ganancias.
Como sociedad, debemos reflexionar: ¿estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad por conveniencia? Y, más importante aún, ¿qué futuro digital queremos para nuestros niños? La respuesta no está en prohibir la tecnología, sino en usarla de manera consciente y responsable, asegurando que los más vulnerables no paguen el precio de nuestra fascinación por la IA.