Definidos los candidatos a la Presidencia de la República de México para las elecciones de 2024, realicemos un breve análisis. Claudia Sheinbaum, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, integrada por Morena, PT y PVEM; Xóchitl Gálvez, candidata del Frente Amplio por México, conformado por PAN, PRI y PRD; Samuel García, por MC, y Eduardo Verástegui, candidato independiente. Mención especial merece Marcelo Ebrard, que decidió permanecer en el partido Morena tras un entendimiento político con Claudia Sheinbaum, que se dio recientemente para dar respuesta a la impugnación ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, en el proceso interno que dio como ganadora a Sheinbaum, señalando irregularidades y falta de transparencia. La comisión reconoció la existencia de prácticas indebidas y anunció que impondría sanciones.
Ebrard y Sheinbaum tuvieron, al menos, dos reuniones en las que hablaron sobre su posicionamiento en cuanto a las denuncias, el reconocimiento como segunda fuerza política en Morena y el futuro del movimiento. Ebrard dijo que encontró en Sheinbaum una “idea política distinta” que lo convenció de quedarse en Morena. El acuerdo con Sheinbaum incluyó que le otorguen espacios al grupo político de Ebrard al interior de Morena.
También acordaron dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos por la unidad y la consolidación de la Cuarta Transformación. “Entendimiento político” que, pareciera ser, terminó en el bote de la basura, pues en política poca gente honra su palabra, y qué decir de la extinción de valores, como la lealtad y el agradecimiento. Ebrard ha vivido múltiples traiciones al encumbrar a varios de sus empleados. No vale la pena mencionarlos. La regla de oro es que, llegado el nuevo patrón, “agarran su cubeta y trapeador” para limpiar el piso que el nuevo amo les ordena.
Xóchitl Gálvez tiene que lidiar con la falta de unidad y cohesión entre los partidos que la respaldan: el PAN, el PRI y el PRD, al tener diferencias ideológicas, intereses contrapuestos y rivalidades históricas que dificultan la conformación de un proyecto común y una estrategia efectiva.
Además, tiene que enfrentar el desgaste y la desconfianza que generan los escándalos y las polémicas que han salido a la luz pública en los últimos meses, como las acusaciones por los contratos otorgados a sus empresas de tecnología con supuestos conflictos de interés; las irregularidades en la adquisición de su casa y sus declaraciones controversiales sobre temas como el aborto, el feminismo, la migración y la seguridad, lo que ha afectado su credibilidad e imagen, por lo que tiene la necesidad de convencer a los electores de que su propuesta es una alternativa viable y diferente de los partidos tradicionales que gobernaron al país en el pasado y que han sido señalados por corrupción, ineficiencia y violencia.
Samuel García renunció a gobernar Nuevo León a dos años de haber asumido el cargo, provocando críticas y descontento entre la ciudadanía que lo eligió y creyó que cumpliría su compromiso de gobernar los seis años. Además, esto se dio en medio de una crisis de seguridad, salud y economía provocada por la pandemia, la violencia y la falta de inversión.
Escándalos y polémicas han afectado su imagen y credibilidad, tanto a nivel local como nacional, como las acusaciones por el uso indebido de recursos públicos y privados en su campaña, las irregularidades en su declaración patrimonial, las denuncias por violencia de género y discriminación y sus declaraciones controversiales sobre temas como el aborto, el feminismo, la migración y la educación.
Asimismo, enfrenta una profunda crisis política por el gobernador interino, José Arturo Salinas, que le designó el Congreso, impugnado por la oposición y por el propio presidente AMLO, que lo acusó de ser un operador del exgobernador Rodrigo Medina, quien enfrenta procesos penales por corrupción.
Recordemos que, en política, lo que hoy es, mañana quién sabe… ¿O no?, estimado lector.