La Ciudad de México, esa metrópoli de contrastes donde el sol puede ceder paso al caos en minutos, ha sido azotada por una serie de tormentas intensas que han transformado calles en ríos y avenidas en lagunas urbanas. Desde el domingo 10 de agosto de 2025, las lluvias han roto récords históricos, dejando a su paso encharcamientos masivos, inundaciones severas y un recordatorio de la vulnerabilidad de una ciudad construida sobre un antiguo lago. Mientras los capitalinos lidian con el agua hasta las rodillas, el gobierno activa protocolos de emergencia, pero la pregunta persiste: ¿por qué sigue pasando esto, y qué se está haciendo al respecto?
Un Caos Bajo el Agua: Datos Duros de las Afectaciones
Las tormentas del 10 y 11 de agosto han sido catalogadas como las más intensas en décadas. Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el Zócalo registró un acumulado de 84 milímetros de lluvia el domingo, superando récords de 73 años en la zona centro-norte de la capital. En total, se reportaron al menos 41 encharcamientos significativos, con acumulaciones de hasta 40 centímetros en áreas como Pantitlán, en Iztacalco. Cinco árboles cayeron, bloqueando vialidades clave como Circuito Interior y Avenida Zaragoza, y se registraron cortes de tráfico en al menos 15 puntos críticos.
Las inundaciones no perdonaron a nadie: alcaldías como Iztapalapa, Tláhuac, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo enfrentaron alertas rojas, con niveles de agua que alcanzaron los 70 milímetros en algunas zonas, acompañados de granizo y vientos fuertes. El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) fue uno de los más afectados, con operaciones suspendidas temporalmente, decenas de vuelos cancelados y retrasos que dejaron a miles de pasajeros varados. En el Metro, líneas como la A y la 5 reportaron estaciones inundadas, forzando evacuaciones y suspensiones parciales. Hasta el 12 de agosto, las lluvias persisten, con acumulaciones adicionales en Naucalpan y el oriente de la CDMX, elevando el riesgo de nuevos encharcamientos. 24
El impacto humano es palpable: autos varados, viviendas anegadas y comercios cerrados. En redes sociales, usuarios reportan mascotas inquietas por truenos y relámpagos constantes, mientras que el tráfico colapsa en vialidades como Insurgentes y Reforma. Aunque no se reportan víctimas fatales hasta ahora, el estrés colectivo es evidente en una ciudad que ya lucha con el hundimiento del suelo y la saturación de servicios.
La Respuesta del Gobierno: Acciones y Declaraciones
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha calificado las lluvias como “históricas” y ha informado que la zona centro-norte fue la más golpeada, rompiendo récords en precipitación. El gobierno activó inmediatamente la Alerta Púrpura —el nivel más alto— en cinco alcaldías el domingo, seguida de alertas rojas y amarillas en otras zonas. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) desplegó brigadas para desazolves, evacuaciones y monitoreo, trabajando en coordinación con la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) para asistir a afectados.
Sheinbaum enfatizó que el sistema de emergencia se mantiene activo, con pronósticos que advierten de más chubascos fuertes hasta el 12 de agosto. Se han realizado desazolves preventivos en drenajes y se insta a la población a evitar tirar basura en coladeras, un factor agravante de las inundaciones. Además, el gobierno ha emitido recomendaciones como preparar mochilas de emergencia y evitar zonas vulnerables, recordando que la temporada de lluvias 2025 podría ser una de las más intensas debido a fenómenos como la tormenta tropical Dalila en el Pacífico.
Criticos en redes, sin embargo, cuestionan si el mantenimiento es suficiente, argumentando que problemas multifactoriales —como la urbanización descontrolada y el cambio climático— no se resuelven solo con respuestas reactivas.
¿Por Qué Sucede? Una Explicación Meteorológica
Meteorológicamente, estas tormentas son el clímax de la temporada de lluvias en México, que va de mayo a octubre y se intensifica en agosto. El SMN atribuye las precipitaciones extremas a la interacción de sistemas de baja presión con humedad proveniente del Pacífico y el Golfo de México, generando tormentas eléctricas, granizo y vientos racheados. En 2025, factores como el ingreso de más humedad y la presencia de tormentas tropicales han exacerbado el fenómeno, con temperaturas que oscilan entre 22 y 24 °C, descendiendo rápidamente durante las lluvias.
Pero el problema va más allá del clima: la CDMX se asienta sobre un lecho lacustre seco, con suelos arcillosos que no absorben agua eficientemente. La urbanización masiva —pavimentos impermeables y edificios altos— impide la infiltración natural, mientras que el hundimiento anual de hasta 40 centímetros en algunas zonas obstruye drenajes. El cambio climático agrava esto, haciendo que las lluvias sean más intensas y frecuentes, como se vio en las tormentas eléctricas que iluminaron el cielo el 11 de agosto. Expertos de la UNAM advierten que sin una planeación urbana sostenible, estos eventos se repetirán, convirtiendo la lluvia en un enemigo recurrente.
Un Futuro Bajo el Agua o con Soluciones?
Estas tormentas no son solo un capricho de Tláloc; son un síntoma de una ciudad que crece más rápido que su infraestructura. Mientras el gobierno responde con alertas y brigadas, la solución radica en inversiones a largo plazo: modernizar drenajes, crear más áreas verdes y educar en prevención. La CDMX, con su resiliencia legendaria, puede transformar este diluvio en una oportunidad para un urbanismo más inteligente. Pero por ahora, con más lluvias en el horizonte, mantengamos las botas listas y los ojos en el cielo.