Lo construido durante muchos años se puede derrumbar en un segundo, comentó Teresa de Calcuta para enfatizar la fragilidad de los planes y las obras de los seres humanos, y que en un suspiro pueden desaparecer por fallas y accidentes de nuestras limitaciones. Nuestras obras y proyectos son el gran reflejo de la fragilidad de nuestra humanidad, cuya existencia es igualmente frágil, en un instante la vida puede terminar por más planes y proyectos que creíamos seguros.
La semana pasada se generaron algunos acontecimientos que retratan muy bien lo que aquí comentamos.
Donald Trump
Donald Trump se libró de la muerte, cuando la bala que pretendía poner fin a sus días sobre la faz de la tierra falló por escasos centímetros y en lugar de impactar su cabeza, como ocurrió con Luis Donaldo Colosio, rozó su oreja derecha, y se sacudió todo el mundo de la política ante el intento de asesinar a un ex presidente de Estados Unidos y que ahora lo ha convertido en un poderoso candidato presidencial, pues la bala que le dispararon terminó con la carrera de su opositor: Joe Biden. Así de frágil la existencia humana, a cada momento, acecha el peligro, no importa que estés rodeado de los mejores guardias de la tierra.
El apagón Informático
La fragilidad de las obras humanas también quedó exhibida, cuando un fallo en la seguridad del sistema Windows, paralizó líneas aéreas, sistemas bancarios, sistemas de nómina y pago, proveedores de atención médica, compañías ferroviarias y hasta el servicio de emergencia 911 de Alaska; lo mismo que la cadena británica de televisión Sky News que estuvo fuera del aire durante varias horas.
Mientras se nos vende la arrogancia tecnológica con la promesa de un mundo feliz, comandada por Bill Gates, la falla tecnológica afectó a un billón de equipos alrededor del mundo (entre computadoras, servidores, cajeros automáticos, entre otros sistemas), lo que tendrá como resultado un impacto económico muy grande y difícil de cuantificar. Por ahora las acciones del gigante informático Microsoft, se derrumbaban con pérdidas cuantificadas en miles de millones de dólares. En un instante, una falla, reveló la fragilidad de los sistemas tecnológicos que nos venden un futuro promisorio.
Joe Biden
Pero esta fragilidad también se reveló cuando el presidente más poderoso del mundo, Joe Biden, contra su voluntad, anunció su salida de la contienda por la presidencia de Estados Unidos; y lo hizo de una forma extraña, sin dar la cara, y a través de la red social X, donde puso su renuncia y hasta ahora no ha logrado que todos los de su partido apoyen a Kamala Harris, a la que destapó en un segundo tuit.
Pero si la tecnología es frágil, y los proyectos políticos son frágiles, también lo es la democracia. Justo cuando empieza a construirse, y se dan los primeros pasos a lo que se llama la “transición a la democracia”, aparecen conductas autoritarias que derrumban la aspiración de vivir en una república justa donde se respete el Estado de Derecho.
Incluso en la Revolución Francesa que proclamaba la libertad, la igualdad y la fraternidad se derrumbó y sus creadores murieron en la guillotina que habían creado para imponer sus ideas, donde querían que gobernara la diosa razón, y por el contrario sobrevino el imperio de Napoleón y su gobierno autócrata.
Así la democracia mexicana, que mostraba sus primeros pasos al final del siglo XX con la construcción de un Instituto Electoral que actuaría como un árbitro imparcial, y donde se respetaría a las minorías en las cámaras legislativas. Pero ahora esas frágiles estructuras empiezan a derrumbarse bajo el imperio del populismo, que a través de poderosos apoyos sociales que funcionan como soborno directo al pueblo, se reconstruye a gran velocidad la vuelta a la “dictadura perfecta”, en este verano caliente a la mexicana.
La emoción de la política es que no hay nada escrito, porque lo conquistado no prevalece para siempre, y hay que luchar todos los días por lo alcanzado. Y en ese vértigo hay que aprender a jugar, sin perder de vista que los seres humanos somos frágiles, pero con anhelos profundos y deseos infinitos de esperanza, bien y libertad. Porque el corazón humano aspira siempre a trascender, y cuando renuncia a esos anhelos entra a una espiral fatal de degradación que afecta a todos.
«La vida es muy frágil y el éxito no cambia eso. En todo caso, el éxito lo hace más frágil. Cualquier cosa puede cambiar, sin previo aviso, y es por eso que trato de no tomarme demasiado en serio nada de lo que sucedió».
Donald Trump