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El Temblor que Despertó a la CDMX: Lecciones de un Sismo Moderado

PorYanis_R

Ago 4, 2025

El 2 de agosto de 2025, a las 11:58 de la mañana, la Ciudad de México sintió un recordatorio de su naturaleza sísmica: un temblor de magnitud 5.9 con epicentro a 13 kilómetros al este de Tlacolula, Oaxaca, a 74 kilómetros de profundidad. Aunque no activó la Alerta Sísmica y no dejó daños significativos, el evento movilizó a la capital y reavivó la memoria de una ciudad que vive bajo la constante sombra del movimiento telúrico. Este sismo, aunque moderado, nos invita a reflexionar sobre nuestra preparación y resiliencia en una metrópoli donde la tierra nunca está quieta.

Un Sismo que No Alarma, Pero Enseña

El Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó que el sismo, inicialmente estimado en magnitud 5.6, fue ajustado a 5.9 tras un análisis detallado. Su epicentro, en Oaxaca, a unos 400 kilómetros de la CDMX, y su profundidad moderada explican por qué el movimiento se percibió de manera leve en la capital, especialmente en alcaldías como Iztapalapa, Coyoacán y Benito Juárez. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) confirmó que no se reportaron daños ni víctimas, y la jefa de Gobierno, Clara Brugada, aseguró un “saldo blanco” tras los protocolos de revisión en las 16 alcaldías.
Sin embargo, la ausencia de la Alerta Sísmica generó debate. Según el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), la energía del sismo en los primeros segundos no superó los umbrales para activar el sistema SASMEX, diseñado para alertar sobre temblores potencialmente destructivos. Esto, aunque técnicamente correcto, dejó a muchos capitalinos desconcertados, pues el movimiento fue perceptible en edificios altos y zonas céntricas, recordándonos la sensibilidad del suelo lacustre de la CDMX, que amplifica las ondas sísmicas.

La CDMX: Una Ciudad en Alerta Permanente

La Ciudad de México, construida sobre el antiguo lecho del Lago de Texcoco, es particularmente vulnerable a los sismos debido a su suelo arcilloso, que actúa como una esponja que intensifica el movimiento. Desde el devastador terremoto de 1985 (magnitud 8.0, 10,000 víctimas) hasta el de 2017 (magnitud 7.1, 370 fallecidos), la capital ha aprendido a convivir con esta amenaza. En 2025, México registra un promedio de 15,000 sismos al año, de los cuales 1,900 superan la magnitud 4.0, y la CDMX, aunque no siempre está en el epicentro, siente los efectos de eventos lejanos debido a su geología única.
El sismo del 2 de agosto, aunque menor, resalta la importancia de la preparación. En los últimos 10 años, la CDMX ha enfrentado 880 sismos de magnitud 4.0 o superior dentro de un radio de 300 kilómetros, un promedio de 88 al año. El más fuerte reciente, el de 2017, dejó claro que los edificios construidos antes de las normas sísmicas de 1987 son los más vulnerables, especialmente en suelos blandos como los de Iztapalapa o Tláhuac, donde el hundimiento agrava el riesgo.

Lecciones de un Temblor Silencioso

Este sismo, aunque no dejó huella material, nos ofrece tres lecciones clave. Primero, la importancia de los simulacros: el macrosimulacro del 19 de septiembre, practicado anualmente, entrena a los capitalinos para evacuar con calma, un hábito que salva vidas. Segundo, la necesidad de actualizar la infraestructura: el 23.6% de las viviendas en la CDMX están en situación irregular, lo que complica su reforzamiento estructural. Finalmente, la tecnología, como el SASMEX, debe seguir evolucionando para cubrir más regiones y ajustar sus umbrales, especialmente en una ciudad donde un temblor moderado puede sentirse con intensidad.
La respuesta de las autoridades fue rápida. La SGIRPC activó protocolos de inspección, y la coordinación con la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y las alcaldías aseguró que la ciudad volviera a la normalidad en minutos. Sin embargo, el evento nos recuerda que la preparación no es solo gubernamental: cada hogar debe tener un plan de evacuación, una mochila de emergencia y conocimiento de las zonas seguras.

Mirando al Futuro

El sismo del 2 de agosto no fue un desastre, pero sí un recordatorio. En una ciudad que vibra con 9.2 millones de historias, la protección civil es un esfuerzo colectivo. Mientras el Cinturón de Fuego del Pacífico sigue activo —como lo demostró el reciente sismo de 8.8 en Kamchatka, Rusia, el 30 de julio—, la CDMX debe seguir fortaleciendo sus códigos de construcción, educando a su población y expandiendo sistemas de alerta. La tierra no avisa, pero nuestra preparación puede ser la diferencia entre el caos y la calma.

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Por Yanis_R

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